13 de noviembre de 2011

Nos hacemos mayores. Y no se si es que tengo ganas de sentir, o son tus disparos a quemarropa. Pero, a veces, cuando vivo, siento que esta absurda distancia me agota. Me desgasta los nervios, el pecho y mi circunstancia. Despierto en mi cama, con la frente sudada, el alma cansada, y la cabeza que casi me revienta.
No hay motivo más inútil de vivir la vida, que por morirla. A mi me dan igual los demás, pero la fama, se trata de conseguirla. Y no está uno solo. Mis ojos rojos se concentran en un punto, y es la soledad el paso más inteligente que dado en mi vida, aunque tan solo un momento, un cálculo. Mi mirada, escruta cada uno de tus pasos. Será cosa mía ver, si me convienes, si es necesario. Y sobre todo, si mis puntos y mis comas, harán que el texto quede claro. Perdón.
A veces, te escribiría una canción. Otras, mataría por pensar que el del espejo sigo siendo yo, pero hay días que ni me veo. Nuestra vida es así, difícil. Cuerpo a cuerpo. Y ya está. Fijamos la atención. Ni yo soy un santo, ni la Luna hoy está llena. Para lo demás, puedes llamarme, estoy en mi línea.
Da igual lo que creas. En serio.
Estoy aquí como si se tratara de una paradoja, tarde o temprano.
Todo da igual.

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