22 de diciembre de 2011

Latidos como disparos que atravesaron mi piel de roca y dieron de lleno en mi corazón. El descontrol en las manos de un loco, tu mirada en mí y nuestro desconocimiento: el crimen perfecto. Tú, yo y la locura bajo el brillo de la oscuridad, jodiendo películas con nuestros besos. Sin saber que hacer, aprovechando al límite el calor del pecado que cometemos. Como si yo no fuera de carne y hueso, solo un alma resucitada a base de amor y poca calma. Tus sombras siguiéndome por los brazos, las mías temblando entre los abrazos que nos envolvían. ¿Para que romper la voz pudiendo romper al mundo?.

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